Para nuestra sorpresa
aquella mañana de senderismo, donde nuestro único fin era de pasar
el día un grupo de amigos en contacto con la naturaleza y a la vez
desconectar del estrés semanal, nos iba a trasladar a otra época
pues según íbamos caminando y observando lo que restaba de ese
imponente edificio que fue el Hotel Miramar, me daba una sensación
de pena de ver que estaba completamente en ruina, aunque me podía
imaginar el propio Casino que había en uno sus cuerpos, su salón de
lectura y hasta una sala de fiestas, por no decir de su gran
escalinata de mármol y de su capilla anexa al edificio que delataban
su nobleza, el pasar de sus gentes que iban a tomar sus baños de
aguas Termales, el deambular de su huéspedes por sus jardines
tomando ese aire puro del que Aigues puede presumir, en nuestro
caminar nos encontramos con la fuente de la Cogolla donde sus aguas
alcanzaban los 37º, de la que apenas quedan sus cuatro paredes, más
abajo nos encontramos con el imponente edificio de la Torreta, que
aparentemente parece que esta en buenas condiones no a si el
merendero anexo, en fin la tarde se fue terminando y nos fuimos con
esa nostalgia de lo que fue y de lo que no hemos sabido conservar.
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